“¿No sabéis
que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios,
ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los
maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios”.(1)
No erréis, “porque la ley condena
a muerte, pero el espíritu de Dios, da vida” (2)
Es decir, cuando se habla de cristianismo hay
que enfocarlo desde su centro, la raiz, la esencia del movimiento: el amor. “Si yo hablase lenguas humanas
y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que
retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda
ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y
no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y
si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve” (3).
En las palabras de
Cristo mismo, “Pero yo
os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a
los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para
que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol
sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque
si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo
mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No
hacen también así los gentiles?” (4).
Es decir, condenar a los que se echan con varones y hacerlos no
merecedores del Reino de Dios y dignos recipientes del castigo de no entrar al
cielo es solamente un décimo de la lista, nos olvidamos que si aplicamos la
ley, los fornicarios, los idólatras, los adúlteros, los afeminados, los
ladrones, los avaros, los borrachos, los maldicientes (persona que tiene la
costumbre de maldecir ó hablar mal de los demás) y los estafadores tampoco
entrarán.
El espíritu de Dios da
vida. El espíritu de Dios nos enseña a “no
juzgar para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados; y con la
medida con que medís, os volverán á medir. Y
¿por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la
viga que está en tu ojo? O ¿cómo dirás á tu
hermano: Espera, echaré de tu ojo la mota, y he aquí la viga en tu ojo?
Hipócrita! echa primero la viga de tu ojo, y entonces mirarás
en echar la mota del ojo de tu hermano. (5)
Es el momento de no agitar las almas a contención, no mover los
corazones a odio, no dividir, sino darnos cuenta que “el cuerpo es uno y tiene
muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo
muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo..., el cuerpo no es un solo
miembro, sino muchos. Si dijere el pie: Porque
no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso
no será del cuerpo? Si todo el cuerpo fuese ojo,
¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato?
Mas ahora Dios ha
colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso.
Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el
cuerpo? Pero ahora son muchos los miembros, pero
el cuerpo es uno solo. Ni el ojo puede decir a
la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de
vosotros. Antes bien los miembros del cuerpo que
parecen más débiles, son los más necesarios; y a
aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más
dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro.
Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen
necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le
faltaba, para que no haya desavenencia en el
cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros.
De manera que si un miembro padece, todos los miembros se
duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan”
(6)
Se ha venido predicando un
evangelio diferente al evangelio de amor que Cristo enseñó. Se ha venido
predicando un evangelio de division de parte de gente que no tiene el espíritu (7),
de vuestro padre el diablo (8).
Es el momento de entender de manera clara, perfecta, inequívoca,
que la diversidad: orejas, ojos, pies, manos, cabeza, corazón, son necesarios
para la existencia del hombre. De la misma manera, la comunidad de Cristo debe
sostenerse en la diversidad de sus miembros y “los miembros del cuerpo que parecen más
débiles, son los más necesarios; y a aquellos del cuerpo que nos parecen
menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos
decorosos, se tratan con más decoro” (9)
(1) 1Corintios 6:9
(2) 2 Corintios 3: 6
(3) 1 Corintios 13: 1-3
(4) Mateo 5:44-47
(5) Mateo 7: 1-5
(6) 1 Corintios 12: 12-26
(7) Judas 1: 18-19
(8) Juan 8:44
(9) 1 Corintios 12: 22-23